¿Son algunos de los OVNIs que han sido vistos por todo el mundo desde 
         hace  casi 60 años armas secretas fabricadas por el III Reich? Así 
         parece, al menos, indicarlo el misterioso informe recibido por el autor 
         de este reportaje, según el cual muchos de los extraños objetos voladores 
         avistados desde 1945 corresponderían en realidad a modelos de aeronaves 
         diseñadas en su tiempo por los nazis y mejoradas probablemente durante 
         estos años en el interior de bases secretas. 
         
       Lo que usted, amigo 
         lector, va a leer a continuación, procede de un informe -muy documentado- 
         que llegó a mi poder procedente de Viena en forma de cinta sonora, texto 
         escrito y video hablado en alemán. En cuanto a la identidad del protagonista 
         de los hechos y la época en que acaecieron, debo confesar que siguen siendo 
         para mi un enigma: 
       "Sábado, atardeciendo, 
         casi de noche. Una nave espacial se aproxima volando a poca altura. Su 
         tamaño, algo menor que el propio de una avioneta corriente, emite un sonido 
         silbante-siseante. Se acerca hacia mi y me sobrevuela. 
       En su parte baja 
         presenta tres cúpulas semiesféricas y un punto azul oscuro. También logro 
         distinguir una esvástica con ángulos rectos. La nave, en su conjunto, 
         resulta bastante voluminosa y me provoca una sensación increíble, extraña 
         y amedrentadora. 
       En los alrededores, 
         desiertos, sólo hay algunas fabricas sin actividad. La extraña aeronave 
         desciende y toma tierra por detrás de un muro, quedando iluminada por 
         la luz de poniente, tenue pero lo suficientemente intensa como para permitirme 
         observar con detalle las tres cúpulas inferiores asentadas sobre sendos 
         cilindros que sirven de apoyo. 
       Después, un camión 
         dotado de una grúa se aproxima a ella y realiza algo que no consigo distinguir 
         bien. Sólo veo a dos seres humanos; uno, debajo del aparato, y el otro, 
         en su parte superior. Pronto, este último desaparece de mi vista por completo. 
         El aparato no tiene ventanas, sino dos pequeños orificios enrejados; aparentemente, 
         sin cristal alguno. El disco volante está rodeado de extrañas placas metálicas 
         con forma de palas de turbina, aunque posiblemente deban ser una cosa 
         por completo diferente. Tanto en las tres cúpulas inferiores como en la 
         parte superior de este aparato existen unas estructuras que semejan  
         tubos salientes y podrían ser bocas de fuego o algo similar (porque para 
         ser antenas resultan extremadamente gruesas). Calculo que este aparato 
         tiene un diámetro de entre ocho y veinte metros y presenta un aspecto 
         temible. Además de la nave, había un vehículo marca NSU 80, con matrícula 
         de la ciudad de Solingen; después apareció también un Volkswagen verde, 
         pero no logré observar ninguna otra cosa y, cuando intenté aproximarme 
         más a la nave, ésta ya había despegado y ganado altura. 
         
       Unas semanas más 
         tarde muchas personas afirmaban haber visto OVNIs en aquella misma zona 
         bávara. Considero, pues, que se trataba del mismo aparato o de otros similares. 
         Posteriormente contacté con un empleado de una gasolinera y resultó que 
         él afirmaba haberlo visto; sin embargo, las personas que oían su relato 
         se mofaban de él, así que terminó por contradecirse  y afirmar que 
         todo era una broma. Pero la verdad es que, en realidad, tanto él como 
         yo hemos sido testigos. Pude sentir cómo iniciaba el despegue; pero, cuando 
         me decidí a intentar aproximarme más a la nave, ésta ya había despegado 
         y ganado altura".
La primera noticia sobre OVNIs
Quizá sea 
         éste, simplemente, un testimonio más sobre OVNIs, entre tantos otros, 
         pero a la luz del resto del informe que me fue remitido -y con cuya documentación 
         he elaborado este reportaje- cobra una especial importancia, pues, como 
         veremos, -y siempre según el dossier recibido-, existen algunas singulares 
         coincidencias entre los primeros avistamientos de platillos volantes y 
         la fabricación de extrañas y secretas armas por los nazis al final de 
         la Segunda Guerra Mundial. Coincidencias que podrían explicar la experiencia 
         del anónimo informante arriba relatada. 
       Diré, para empezar, 
         que el 14 de diciembre de 1944 -medio año antes de que los alemanes se 
         rindieran, el 7 de junio de 1945-, el prestigioso periódico estadounidense 
         The New York Times daba así la primera noticia sobre OVNIs habida en este 
         siglo: "Los platillos volantes son un arma secreta. Una nueva arma alemana 
         que ha aparecido en el frente occidental alemán. Hoy nos informan sobre 
         ello nuestros pilotos de la USAF, afirmando que en los cielos de Alemania 
         han aparecido unas 'bolas de plata' voladoras, que se han visto aisladas 
         o en formaciones. Algunas parecían ser prácticamente transparentes".
       Con el paso del 
         tiempo, el avistamiento de naves impulsadas por energía antigravitacional, 
         desconocida en la época para la mayoría incluso de pilotos, se haría cada 
         vez más frecuente. Los testimonios, oportunamente informados y publicados 
         por la prensa del momento, se multiplicaron, especialmente tras la capitulación 
         del Reich, y muchos de ellos hacían referencia a hechos acontecidos en 
         los espacios aéreos del norte de Europa. 
       Las noticias hablaban 
         también de OVNIs de fabricación alemana. Se comentaban, sobre todo, los 
         avistamientos de "abundantes formaciones" de los que, entonces aún, se 
         denominaban "grandes cohetes", nombre con el que se definía a los "aparatos 
         voladores desconocidos y producidos por la industria armamentística alemana". 
         
       Especialmente numerosos 
         fueron los testimonios de avistamientos procedentes de Escandinavia, donde 
         se instalaron varias y poderosas guarniciones alemanas que permanecieron 
         allí hasta el final mismo de la guerra, ya que nunca resultaron directamente 
         atacadas y vencidas por los aliados. En 1947, reaparecieron informes aislados, 
         aunque con menor asiduidad. Sin embargo, pasados unos años los avistamientos 
         habrían de aumentar tanto en frecuencia como en número y variedad. ¿Qué 
         secreto encierran o se nos oculta tras todo esto? 
         
       La energía implosiva: un logro ecológico
Hoy se especula a menudo sobre la forma de encontrar y utilizar energías 
         "alternativas" que palien la destrucción del medio ambiente provocada 
         por la energía explosiva, los gases tóxicos, los residuos letales, etc. 
         
       Pero lo cierto es 
         que en aquellos tiempos ya se hablaba de que los alemanes trataban de 
         hallar una "nueva ciencia", una "técnica diferente y renovadora" con la 
         que sustituir los motores de explosión -considerados destructivos en los 
         círculos esotéricos del III Reich- por otros de implosión, cuya nocividad 
         es nula. 
       Aquellas investigaciones 
         se basaban principalmente en la levitación electrogravitacional y la propulsión 
         por "terriones" (fuerzas cósmico-telúrico-terrestres), en las que, según 
         parece, se encontraba el núcleo de esa "otra técnica", que distanció la 
         cosmovisión nacionalsocialista de todas las aún vigentes, en un intento 
         de proporcionar al III Reich una total independencia de "materias primas" 
         -inaccesibles de otro modo- y energía abundante, barata y no contaminante. 
         
       De hecho, y según 
         se asegura en el misterioso informe, "los departamentos de investigación 
         U-13 y E-4 de la SS trabajaban febrilmente para realizar y perfeccionar 
         esas tecnologías, inconcebibles para la mayoría del pueblo y para el resto 
         de la humanidad". 
       Un buen ejemplo 
         de este trabajo serían las "peonzas voladoras Haunebu" de Víctor Schönberger, 
         que funcionaban ya con fuerzas de levitación no contaminantes ni generadoras 
         de ruidos perniciosos. 
       Los platillos volantes Haunebu
Esos "platillos volantes" de las diferentes series Haunebu -de los que 
         existen fotografías obtenidas por los aliados cuando invadieron el territorio 
         del III Reich y en cuya incuestionable autenticidad se apoya el informe- 
         tienen especial importancia. 
       
Esas "peonzas voladoras" 
         estaban movidas por un propulsor electrogravitacional de "terriones" -al 
         que se dio el nombre de "Terrionador Thule"- que quedaba acoplado a un 
         generador de bandas de ondas tipo Van Der Graff, a un aparato magnético 
         productor de energía a base de carbón y a una dinamo cónica de energía 
         turbinosa tipo Marconi. 
       El informe asegura 
         también que la construcción práctica de aparatos basados en esos principios 
         de propulsión se debió a la inventiva del capitán alemán Hans Koheler 
         y que ya en 1944 fueron fabricados en serie los conversores de "terriones" 
         tanto en fábricas de la empresa AEG como de la Siemens. 
         
       "El propulsor de 
         Koheler -se dice en el informe- precisaba, para ponerse en funcionamiento, 
         de una energía inicial muy baja y mínima que podía serle proporcionada 
         por un acumulador eléctrico que lo activaba. Después de poco tiempo, el 
         conversor de carbón ya funcionaba automáticamente con plena autonomía, 
         puesto que se convertía en un generador de energía que actuaba, sin consumirse, 
         como un 'catalizador': en este caso, la energía se produce a partir de 
         nada consumible. Se originaba, eso sí, una transformación de las fuerzas 
         electrogravitacionales existentes en el interior de la Tierra en electricidad 
         utilizable. Un principio de simplicidad genial cuando se ha logrado dominar 
         y se sabe utilizar correctamente". 
       "El aparato volador 
         Haunebu-2 -continúa explicando el informe- poseía un cañón de grandes 
         dimensiones que habría de provocar una impresión inolvidable en toda persona 
         que lo contemplase sin estar preparada para ello o sin saber de qué se 
         trataba, pues superaba los 25 metros de diámetro y en su eje central alcanzaba 
         los 10 metros de altura". 
       Bombas en forma de discos y platillos 
         Vril
Que algunos artefactos bélicos alemanes tenían una extraña forma discoidal 
         no es ningún secreto. Así, bajo la designación de V-4 -la generalidad 
         del público sólo conoce la V-1 y la V-2- se construyeron varios discos 
         voladores para ser empleados como "bombas volantes". 
         
       
Así, los datos llegados 
         hasta nosotros aseguran que en 1941 ya habían sido acometidos los estudios 
         para diseñar la "peonza volante" de Schriever-Habermohl, un avión de forma 
         circular y despegue vertical provisto de motores de "reacción convencional", 
         efectuándose a finales de 1942 las primeras pruebas de vuelo, durante 
         las cuales se constataron graves errores de construcción. 
         
       Paralelamente, y 
         después de una larga serie de ensayos, el ingeniero Richard Miethe comenzó 
         a trabajar -también en 1942- en la construcción de aparatos que volaran 
         y tuvieran forma de disco. De sus investigaciones, realizadas en colaboración 
         con el científico italiano Giuseppe Bellonzo, surgiría una nueva versión 
         de la V-7. 
       Transcurrido un 
         tiempo, y bajo el apoyo del propio Führer, los equipos "Miethe-Bellonzo" 
         y "Schriever-Habermohl" entraron en contacto con el propósito de aunar 
         esfuerzos para realizar coordinadamente sus investigaciones y hacer otras 
         en conjunto. Finalmente sus esfuerzos dieron como fruto la primera, legendaria 
         e increíble V-7, aparato similar a un helicóptero ultrasónico que presentaba 
         doce agregados tipo turbo BMW-028. En su primera prueba se remontó a una 
         altura de 20.813 metros de altitud, alcanzando en la segunda 24.200. Y 
         todo ello utilizando helio como "combustible de base". 
         
       Por otra parte, 
         se desarrolló también otra línea de "discos volantes" conocidos como serie 
         Vril. De ella se ocupó el "grupo Schumann" en íntima relación con el departamento 
         E-4, de la SS, especializado en "armas milagrosas". 
         
       Hoy sabemos que 
         llegaron a construirse 17 aparatos de la serie Vril-1. Su diámetro era 
         de 11,56 metros, podían alcanzar velocidades de 2.900 km./h y llevaban 
         un cañón teledirigido como dotación de combate. El Vril-1 era el equivalente 
         revolucionario de un "avión de caza", mientras que el Vril-9 era un "caza 
         monoplaza". Curiosamente, su diseño parece coincidir con el del aparato 
         que fue visto en la Luna por el astronauta norteamericano Edwin Aldrige. 
         
       Bombas de fuego que paralizan los motores 
         de los aviones
El informe asegura también que, 
         aunque al final de la Segunda Guerra Mundial resultaba evidente que era 
         imposible coordinar los esfuerzos y mermaban los recursos, los nazis no 
         dejaron en ningún momento de perfeccionar sus armas. Es más, al ir dominando 
         la tecnología de propulsión electrogravitacional -se asegura- obtuvieron 
         mayor velocidad, maniobrabilidad y otras prestaciones en los aparatos. 
         
       
Así, se afirma, 
         que en una fase intermedia, en la ciudad alemana de Neustad y bajo el 
         control de tropas técnicamente especializadas de la SS, se desarrolló 
         el proyecto "Bola de fuego", al que los estadounidenses denominaron acertadamente 
         Foo-fighter o "Combatiente total". 
       Estas "bolas de 
         fuego" eran dirigidas, mediante ondas de radio, hasta la proximidad de 
         las formaciones aéreas aliadas. Posteriormente, los sensores de ondas 
         infrarrojas de que iban provistos estos artefactos eran los autores del 
         contacto final con el objetivo a destruir. El sistema se basaba en la 
         búsqueda de fuentes de calor emitidas por los gases de escape de los aviones 
         enemigos, haciendo que su radar resultara automáticamente destruido, dejando 
         a los tripulantes sin orientación operativa y casi a la deriva. 
         
       Se sabe que, en 
         una fase posterior de este proyecto, se idearon unos "tubos especiales" 
         que funcionaban descargando de electricidad el objetivo y provocando, 
         por tanto, un "total fallo del motor" o una "ausencia repentina de electricidad". 
         
       Un fenómeno muy 
         similar al ocurrido en algunos avistamientos de OVNIs, en los que los 
         vehículos motorizados se detienen bruscamente sin conseguir que vuelvan 
         a funcionar mientras dura la presencia del OVNI. 
         
       La invasión extraterrestre y la conspiración 
         OVNI
Es evidente que estos aparatos 
         volaron y se utilizaron en aquella época. Pero ¿continúan haciéndolo hoy? 
         Si los comparamos con las fotografías de OVNIs tomadas en distintos lugares 
         en nuestros días, podemos observar una enorme semejanza entre ellos y 
         los artefactos que, según el informe, construyeron los nazis. Prueba de 
         ello es que, con motivo de uno de los primeros discos voladores, avistado 
         en Praga a comienzos de 1945, la prensa asociaba totalmente el fenómeno 
         a los nazis, titulando así la noticia: "Los discos voladores inventados 
         en Alemania". 
       
Sin embargo, al 
         poco tiempo, y movidos tal vez por la ciencia-ficción de moda en ese tiempo 
         o quién sabe si por otras oscuras intenciones, los gobiernos -y por consiguiente 
         la prensa- comenzaron a especular sobre el "peligro de invasión extraterrestre". 
         
       El mismo Jimmy Carter, 
         presidente de Estados Unidos en aquella época, declaró que él, personalmente, 
         había visto un OVNI. Incluso en algunos círculos científicos se llegó 
         a comentar que "el presidente de Estados Unidos y el Secretario General 
         del PCUS habían hablado seriamente sobre la posibilidad de sufrir un ataque 
         masivo de OVNIs", hablando de ellos como si se tratara de naves venidas 
         del espacio exterior. 
       Sin embargo, años 
         después de que los rumores sobre "visitantes extraterrestres" se extendieran 
         por todo el planeta, la revista estadounidense Examiner volvía a la tesis 
         de finales de la guerra en un artículo publicado el 26 de mayo de 1988 
         bajo el título ¡El misterio de los OVNIs, desvelado!, y en el que se decía: 
         "El secreto sobre los OVNIs estaba ya resuelto hace mucho tiempo, si es 
         que existió alguna vez. Los extraterrestres son, en realidad, nazis que 
         desean reedificar su imperio. Los gobiernos del mundo están perfectamente 
         informados de todo este asunto y, por ello, callan, y, al mismo tiempo, 
         están verdaderamente aterrorizados". 
       Naves nodriza con forma de puros
Un dato más que parece dar pábulo 
         a la "hipótesis nazi" es que en algunos informes sobre OVNIs se habla 
         también de la existencia de aparatos gigantescos -con forma de cigarrillo 
         o puro habano-, que se han interpretado como naves nodrizas en las que 
         se alojarían los "discos voladores" y que suelen viajar con mayor lentitud 
         siguiéndolos. 
       
Pues bien: según 
         el informe, bajo el nombre de Andrómeda, se escondía, en efecto, el proyecto 
         para una nave nodriza; nave que -se asegura- existía ya en 1944, habiendo 
         sospechas de que las había, incluso, con anterioridad a esa fecha. 
         
       Con una eslora de 
         109 metros, estas naves aéreas gigantescas -se afirma en el informe- se 
         impulsaban con propulsores tipo Thule y estaban proyectadas con una capacidad 
         interior suficiente como para transportar y alojar un aparato Haunebu 
         y varios de tipo Vril. 
       Todos ellos -se 
         añade- podían despegar de la nave nodriza durante el vuelo de la misma 
         e, igualmente, retornar a ellas a través de unas escotillas laterales 
         especiales. También se dice que estos gigantescos aparatos iban armados 
         de cañones que podían emerger y recogerse de forma automática. 
         
       Y lo cierto es que, 
         tras la guerra, fueron capturados por los aliados dos proyectos de construcción 
         de estas enormes naves Andrómeda; ahora bien, sobre su fabricación real 
         y operativa no se ha podido aportar prueba alguna. Sin embargo, y a pesar 
         de no contarse con vestigios de la época, parece que actualmente existen 
         aparatos tipo Andrómeda o similares y que han podido observarse perfectamente 
         en vuelo. Las fotografías posbélicas de los "cigarros voladores" son abundantes. 
         
       Extraterrestres que hablan en alemán
Un hecho muy concreto, las fotografías 
         tomadas por George Adamski en 1952 a un "platillo volante", en el que 
         eran claramente visibles los símbolos del Sol Negro nazi, hizo que se 
         adoptaran urgentes y energéticas medidas. Así, en un documento secreto 
         de la CIA conocido gracias a una filtración, se decía que "ha sido estructurada 
         una red de información a nivel mundial... y se han cursado órdenes a las 
         principales bases aéreas militares bajo nuestro mando para localizar, 
         interceptar y abatir a los OVNIs... Todo este tipo de información debe 
         ser cuidadosamente ocultada y preservada del acceso público a fin de evitar 
         un pánico general". 
       
A partir de entonces 
         las fotografías sobre discos voladores serían confiscadas o publicadas 
         sistemáticamente como falsas. 
       Además, se programó 
         paralelamente una campaña orientada a atribuir un origen extraterrestre 
         a los OVNIs y a promover "evidencias" de la "normalidad" de visitas extraterrestres 
         a lo largo de la historia. 
       "De esta forma -dice 
         el misterioso informe- se evitaba que se relacionen a los OVNIs con el 
         III Reich o el nacionalsocialismo, y se minimizaba, por tanto, la sensación 
         de pánico mundial". 
       Sin embargo, aunque 
         existían múltiples narraciones ridículas sobre OVNIs que tienen por protagonistas 
         a "venusianos", "hombres verdes" y extraños seres monstruosos, hay otros 
         testimonios que deberían ser tenidos en cuenta. Es el caso de cierto californiano, 
         comerciante de cereales, que aseguró haber visto un OVNI posado en la 
         tierra y haber oído nítidamente a los tripulantes de la extraña nave expresarse 
         en correcto alemán y no en un idioma marciano. 
       La reacción del 
         gobierno estadounidense ante estas afirmaciones fue automática, intentando 
         impedir una mayor difusión de esos datos; y así, a pesar de comprobarse 
         que aquel hombre era sincero en sus manifestaciones y gozaba de una salud 
         mental totalmente normal, se le apartó de la vida pública, fue internado 
         en prisión y se procedió a eliminar todas las huellas de sus manifestaciones. 
         
       George Adamski no 
         sufrió la misma suerte, pero fue porque afirmó haber contactado "simplemente" 
         con venusinos... Y, sin embargo, los misteriosos diseños vistos por Adamski 
         eran, indudablemente, cruces gamadas; lo que sucede es que él los relacionó 
         con símbolos universales y ancestrales sobre Venus. 
         
       Expedición a la Antártida
Otro hecho que apoya la tesis del informe sobre el origen nazi de muchos 
         OVNIs es la misteriosa expedición a la Antártida realizada por los alemanes 
         en 1938 bajo el mando del capitán Ritscher. Su objetivo, tanto científico 
         como militar, consistía sobre todo en conquistar un espacio de este inhóspito 
         territorio. Y así fue cómo el nombre del buque en el que se trasladaron 
         los alemanes -Neu Schwabenland (Nueva Suabia)- fue puesto a una amplia 
         zona de costa antártica que ningún gobierno germano de posguerra ha dejado 
         de reivindicar. 
       
Años más tarde, 
         en uno de los momentos más encarnizados de la Segunda Guerra Mundial, 
         Döenitz, el gran almirante de la Kriegmarine (Marina de Guerra) del III 
         Reich, transmitió una misteriosa orden a las "fuerzas de reserva del último 
         batallón" de submarinos, plenos de importantes misiones, de una tarea 
         "especial adicional". Respecto a los pormenores y detalles de sus instrucciones, 
         nunca se ha podido saber nada con certeza y, hasta hoy mismo, permanecen 
         en el más absoluto misterio. 
       Hay que tener en 
         cuenta que, en aquellos días, la flota submarina alemana era la más perfeccionada 
         de todo el mundo. Hay plena certeza de que se construyeron submarinos 
         antisonar, de propulsión eléctrica, desmontables y veloces. También se 
         sabe que existían proyectos para construir otros superiores incluso a 
         los indicados, y está demostrado que el transporte masivo de hombres, 
         víveres, municiones y miles de mercancías por vía submarina era totalmente 
         posible y seguro para los alemanes. En realidad, el III Reich jamás interrumpió 
         su contacto permanente con Japón ni con otros puntos del planeta. 
       Pero, ¿cuáles eran 
         los verdaderos objetivos, estratégicos y militares de aquella potencia 
         submarina? Algunos dicen que parecían ser otros muy distintos a ganar 
         la guerra entablada en la superficie. Lo cierto es que los documentos 
         capturados por los aliados, relacionados con la armada submarina alemana, 
         durante la Segunda Guerra Mundial, sus misiones, tácticas, objetivos, 
         etc., aún están bajo prohibición de consulta sin ninguna clase de justificación. 
         "Aunque, sin duda -como apunta el informe que recibí- habrá una que los 
         aliados y algunos más conocen".
       La misteriosa desaparición de cien 
         submarinos
Algo que añade más misterio al asunto es que, hasta hoy, no se sabe el 
         paradero de cerca de cien submarinos, prácticamente indestructibles por 
         causas naturales. Los aliados han revisado bien sus hundimientos de submarinos 
         alemanes y no les salen las cuentas. Pero tal cantidad de submarinos "volatilizados", 
         sin dejar ningún rastro, representa una enorme flota. Además, no se trata 
         de submarinos normales, ya que incluso buena parte de los mismos eran 
         del tipo U-21, unos supersubmarinos fabricados en las postrimerías del 
         III Reich y muy perfeccionados. Así, los tipos U-21 y U-23 eran de gran 
         tamaño, pero estaban construidos por módulos y podían desmontarse para 
         ser trasladados. Los enormes submarinos mercantes del tipo U-10 tenían 
         gran facilidad para transportar los módulos individuales destinados a 
         construir los anteriores o para que navegasen, desmontados, en su propio 
         seno. 
       
La única explicación 
         para este misterio supone en nuevas preguntas: ¿Serán estos barcos desaparecidos 
         los "submarinos fantasmas" que, desde 1945, son vistos de vez en cuando 
         en el mar? ¿Dispondrán, para esconderse, de bases especiales, protegidas 
         e indetectables, tal vez en el seno de los eternos hielos polares? 
         
       Al menos existen 
         fotos que permiten apreciar la identidad entre un "submarino fantasma", 
         oficialmente de "origen desconocido", y un submarino alemán tipo U-23. 
         
       Una derrota inexplicable
Aprovechando el buen clima invernal antártico, en el invierno de 1946, 
         recién acabada la guerra en Asia, llegó a la Antártida, bajo el mando 
         del almirante estadounidense Richard Byrd, una importante flota estadounidense. 
         Esta expedición tenía como nombre clave High Jump (término deportivo inglés 
         para designar el salto de altura). Después de una meticulosa y larga preparación, 
         el convoy arribó a la Antártida en febrero de 1947; pero se dio por finalizada 
         apresuradamente el día 3 de marzo de ese mismo año. Y en este ínterin, 
         según documentos militares, se perdieron de forma "misteriosa" varios 
         aviones de combate y hubo "bajas" de marines. No se informó abiertamente, 
         pero parece que actuaron fuerzas misteriosas que repelieron la presencia 
         militar americana e hicieron imposible su asentamiento. 
         
       
Tras cancelar la 
         operación, repentinamente, el almirante Byrd comunicó a la prensa algo 
         sumamente extraño y fuera de contexto: "Resulta una verdad muy amarga 
         de admitir; pero en caso de un nuevo conflicto bélico, podremos ser agredidos 
         por aviones que tienen la capacidad de volar vertiginosamente desde un 
         Polo a otro. Se precisa tomar urgentemente adecuadas medidas de defensa 
         para interceptar a los aviones enemigos que provengan de regiones polares. 
         Especialmente interesa -y se precisa- circundar la Antártida de una zona 
         de defensa y seguridad". 
       Podemos concluir, 
         pues, que la invasión del territorio antártico alemán, la "Nueva Suabia", 
         deseado por Estados Unidos como un conveniente "botín de guerra", aparentemente 
         fácil de ocupar, resultó un rotundo fracaso; y es ridículo creer que éste 
         se debiera a un ataque de "pingüinos asesinos"... 
         
       Los primeros vuelos espaciales fueron 
         de los nazis
En 1958 se realizó una nueva 
         expedición estadounidense a la Antártida; pero en esta ocasión portaban 
         armas terriblemente eficaces, incluso nucleares. Llegaron allí en el frío 
         y oscuro verano polar. En tres ocasiones -27 y 30 de agosto y 9 de septiembre- 
         se lanzaron misiles atómicos contra el territorio de "Neu Schwabenland" 
         (o "Nueva Suabia"), pero en ninguna de las tres ocasiones llegaron a 
         tierra, sino que explosionaron -sorpresivamente- en pleno vuelo al aproximarse 
         a la vertical de la costa. 
       
¿Qué razón hubo 
         para realizar aquellas empresas bélicas sobre la zona antártica? ¿Y para 
         rodear todo este tema de misticismo, desinformación, descrédito y noticias 
         falsas? 
       Un último hecho 
         podría aclarar más este enigma: se conservan fragmentos de un informe 
         alemán definitivo. Versa sobre una "misión suicida" que se llevó a cabo 
         con un único Haunebu-3 que se llegó a construir: ¡un vuelo a Marte! 
         
       El Haunebu-3 tenía 
         71 metros de diámetro. Matemáticamente se calculó su capacidad de autonomía 
         con propulsión electrogravitacional y resultó ser de 75.274.000 Kms., 
         es decir, que cubría la distancia Tierra-Marte. Pero después el impulsor 
         electrogravitacional quedaba inoperante porque lentamente se ligaba a 
         los metales que entonces se pudieron utilizar en su construcción. Un viaje 
         en tales condiciones significaba, en consecuencia, un viaje a lo desconocido; 
         y lo más probable, sin posibilidad alguna de regresar para la tripulación, 
         compuesta por alemanes y japoneses. Pero así se decidió -según el informe 
         mencionado- en el departamento E-4 de la SS, en la primavera de 1945; 
         aunque fuese un postrer acto de sacrificio. 
       Tras zarpar, según 
         el informe, el cohete navegó durante ocho meses y medio alcanzando la 
         superficie de Marte, como estaba previsto, a mediados de enero de 1946. 
         Al parecer, no hubo problemas en el viaje, pero se piensa que con el propulsor 
         electrogravitacional prácticamente agotado, la extremadamente tenue atmósfera 
         marciana y la atracción gravitatoria, el aterrizaje de la nave no debió 
         ser suave. Aún así no hay seguridad de que fuese un aterrizaje forzoso, 
         porque -siempre según el informe- llegó con la energía mínima suficiente 
         para contrarrestar la relativamente leve fuerza de gravedad marciana. 
         
       Lo cierto, en cualquier 
         caso, es que por ahora sólo podemos especular sobre aquella empresa espacial 
         pionera y el destino de aquellos anónimos primeros cosmonautas. Y es que, 
         por increíblemente fantástica que pueda parecer esta historia, es un acontecimiento 
         contrastado, aunque, eso sí, celosamente ocultado al público. 
         
       ¿Cabría la posibilidad 
         de que la tripulación del Haunebu-3 encontrase algo más de lo que las 
         actuales sondas no tripuladas han descubierto para nosotros, como verdaderos 
         restos de cultura o incluso refugios subterráneos habitables? Imposible 
         saberlo. Aunque lo más probable, todo hay que decirlo, es que el Haunebu-3 
         esté hoy sepultado bajo metros de arena marciana. 
         
       ¿Hay bases nazis en la Luna?
El informe vienés se refiere 
         también a extrañas fotografías de OVNIs tomadas desde naves espaciales... 
         A una nave tipo Haunebu-3 aproximándose desde la Luna a la Tierra..., 
         a una enorme y extraña letra "S" trazada sobre el suelo lunar... ¿Podría 
         -se pregunta el informe- ser la inicial del término militar alemán Stützepunkt 
         o "punto de apoyo"? ¿Puede tratarse de simples alucinaciones cuando estamos 
         ante un insobornable y neutral material fotográfico? 
       
El informe concluye 
         considerando que todo esto, por supuesto, son hipótesis difíciles de creer 
         y hasta de concebir, aunque si observamos en conjunto el mosaico y los 
         hechos que se complementan, unos con otros, ello nos lleva, por una lógica 
         elemental, a reflexionar sobre el conjunto del tema y muchas piezas aisladas 
         pueden convertirse en pruebas irrefutables. Es el caso de los esquemas 
         de platillos volantes alemanes, extraídos del Tomo 1º del libro Deutsche 
         Flugscheiben und U-Boote überwachen die Weltmeere, de O. Bergmann (Editorial 
         Hugin e.V.S., Postfach 13, 5802 Wetter 1, Alemania). 
         
       Borrando todo rastro 
       Se sabe, desde luego, 
         que a principios de mayo de 1945 todos los centros alemanes de investigación 
         aeronáutica recibieron la orden de Adolf Hitler de destruir toda evidencia 
         sobre proyectos y armas secretas en desarrollo. Ya en aquella época los 
         alemanes eran poseedores del cohete A-9, capaz de mantener a un astronauta 
         en órbita permanentemente en torno a la Tierra. 
         
       Según otra información 
         divulgada, al final de la Segunda Guerra Mundial, estaba también muy avanzada 
         -en los laboratorios subterráneos secretos de Breslau- la construcción 
         de cuatro prototipos de discos volantes, que formaban parte del programa 
         Vergeltungswaffen (armas de represalia). 
       Se dice que, en 
         los últimos momentos, cuando los rusos presionaban por el frente del Este 
         y los estadounidenses avanzaban por el Oeste, mientras Hitler y sus íntimos 
         colaboradores se guarecían en el búnker berlinés, se embarcaron todos 
         los planos y prototipos secretos de Breslau en un submarino que zarpó 
         de Kiel con rumbo desconocido. ¿Arribó el sumergible a algún lugar secreto 
         de América del Sur? ¿Llegó a la Antártida? ¿Continuaron los trabajos iniciados 
         en Breslau en algún lugar ignorado? 
       Si así fuera, tendríamos 
         una explicación para esos OVNIs tripulados por hombres altos y rubios 
         vistos, particularmente, poco después de terminar la Segunda Guerra Mundial. 
         
       Claro que ello no 
         explicaría el avistamiento de todos los casos de OVNIs. Porque ya los 
         textos evangélicos hablan de misteriosas ruedas de fuego girando en el 
         espacio y, a lo largo de toda la historia humana (edades Antigua, Media, 
         Moderna y Contemporánea), encontramos innumerables relatos sobre OVNIs, 
         como puede comprobarse leyendo cualquier tratado al respecto. Los UFO-NS, 
         los OVNIs nacionalsocialistas, podrían ser la explicación de fenómenos 
         recientes y no de todos. Pero, ¿y anteriormente? 
         
       Podríamos pensar 
         que la técnicas nazis coincidieron, en mayor o menos medida, con visitas 
         de otras civilizaciones superiores ¿extraterrestres?, ¿intraterrestres? 
         O que los nazis las hubieran obtenido de esas civilizaciones. 
         
       Se sabe que Hitler 
         creía en la teoría de que la Tierra es hueca y que hizo esfuerzos por 
         entrar en contacto con ese mundo intraterreno a través de comunicaciones 
         subterráneas. Y el cada vez mayor convencimiento de que existen aberturas 
         polares que a él conducen, hace también pensar en la posibilidad de que 
         la expedición Ritscher llegara a descubrirlo.